jueves, 15 de noviembre de 2007

Diferencias sociales en Metro

La línea cuatro fue la última en construirse, por lo que se pensó que sería la mejor, ya que contó con la experiencia de las líneas uno, dos y cinco, sin embargo tiene una serie de falencias estructurales, principalmente en la estación “La Cisterna”, que la hacen ser la peor: poco espacio en el corredor, una importante separación entre el carro del metro y el andén, algunas estaciones no están terminadas y hasta cuenta con una “estación fantasma”. María Gutiérrez, Comerciante de 62 años, viaja todos los días desde “la Cisterna” hasta “Plaza Egaña” para dirigirse a su trabajo, y conoce muy bien cada una de estas deficiencias, por lo que decidimos acompañarla en su recorrido.
Son las seis de la mañana y junto con María ingresamos a la estación “La Cisterna”, de inmediato comenzó a hacernos notar las deficiencias de la estación, “Miren el techo, está totalmente terminado…” sostuvo sarcástica, mientras nos indicaba con la mano el cemento sin pintar . Camino al andén, María continua con sus acidas críticas, comprensibles, ya que se siente estafada, “nada que ver con lo que uno se había imaginado” dice resignada. Al ingresar al anden la molestia de María se hace evidente, como si se hubiese dado cuenta recién de todas las falencias de la línea, “Es increíble lo pequeño que es el espacio para esperar el metro, llega a dar risa” sostiene molesta, mientras se aferra al piso para evitar caer a la línea. Efectivamente, en “La Cisterna” el espacio que separa la muralla de la línea amarilla de seguridad es de cuatro metros, y en los lugares dónde existen escaleras el espacio se reduce a dos, convirtiéndose en un verdadero peligro el circular por ahí, más si se tiene en consideración que la densidad promedio de la línea cuatro es de casi seis personas por metro cuadrado, y que “La Cisterna” combina con la línea dos, por lo que la afluencia de gente es mucho mayor. Llega el metro y, mientras nos disponemos a abordarlo, María nos hace una seña para que nos fijemos en el importante y peligroso espacio que separa el anden del carro, una vez adentro nos comenta: “es súper común ver gente tropezándose, hace unos días una señora se pegó el tremendo costalazo”. El espacio es realmente considerable, de hecho en algunas estaciones es anunciado por los parlantes del metro antes de abrir las puertas. Al bajarnos en “Plaza Egaña” la situación cambió, la estación esta totalmente terminada y cuenta con un espacio decente para esperar la llegada del metro sin ningún peligro. Son las seis veinte y nos despedimos de María, que a paso lento se aleja mientras se asoman los primeros rayos del sol, convirtiéndose en una hermosa postal de nuestro viaje.
En búsqueda de alguna respuesta fuimos con el encargado de la estación, quien no supo dar respuesta a nuestras interrogantes, lo mismo ocurrió en la oficina del metro, donde lo único que conseguimos fue un correo electrónico para consultas. En definitiva, es muy difícil que se mejore la estación “La Cisterna”, debido al enorme gasto que esto significa. La señora María, al igual que cientos de chilenos, seguirá sufriendo las consecuencias de la incompetencia de quienes fueron los encargados de la construcción de la línea.

















La empresa Metro, se ha destacado por ser un servicio ejemplar. Hoy cuenta con cinco líneas que se encargan de cubrir importantes sectores de la Región Metropolitana, permitiendo que el desplazamiento de la población, sea mucho más cómodo y rápido. Sin embargo, luego de la implementación del Transantiago, se le ha sometido a exigencias que han superado con creces, sus reales posibilidades de buen servicio.

Como en un estudio en terreno,detectáramos ciertas diferencias estructurales entre dos estaciones correspondientes a las líneas 4 y 4ª del Metro, llegamos a la conclusión que existiría una fuerte discriminación socio cultural, respecto de un sector menos privilegiado económicamente. Nos referimos a las diferencias entre las estaciones Plaza Egaña, del sector alto de la ciudad, y la estación La Cisterna, del sector sur de Santiago. La primera, cuenta con recursos espaciales y ambientales, más amplios y espaciosos, claramente más cómodos de los que tiene la segunda. En suma, se estaría privilegiando a un sector en desmedro de otro. Para hacer las comprobaciones necesarias, y conocer el testimonio de una usuaria de Metro, le hemos hecho un seguimiento a la señora María Gutiérrez, comerciante de 62 años, lo que ilustrará de manera objetiva, cómo se maneja ella al interior del Metro y cómo se sirve de su oferta.
Como primera medida, hemos fotografiado ambas estaciones.

















En las dos imágenes, es posible ver la diferencia de magnitudes, en cuanto al ancho de los andenes y el espacio disponible, para comodidad y seguridad de los pasajeros. Tras una verificación en terreno, en la estación La Cisterna, llegamos a la cifra de cuatros metros, para el espacio que separa la muralla, de la línea amarilla de seguridad, claramente inferior a las medidas en la estación Plaza Egaña. Este hecho, da para pensar que la empresa Metro hace enojosas diferencias sociales.














Las imágenes muestran diferencias de prolijidad en las terminaciones de las techumbres, al interior de las estaciones seleccionadas. Buenas terminaciones para una estación (del sector alto), y un trabajo a medio terminar, para otra, donde los usuarios, en su mayoría, son trabajadores. Estos detalles no han pasado desapercibidos para la señora María, puesto que nos ha indicado otras diferencias semejantes, tanto en estructuras, como seguridad y confort de los espacios. Según la empresa Metro, los materiales para ambas estaciones fueron los mismos, y antes de usarlos, pasaron por un comité que certificó su calidad.















Al interior del Metro es muy importante una buena señalización, que asegure un flujo adecuado. En este sentido, la estación Plaza Egaña, cuenta con una escalera bien alumbrada, y sobre todo ancha; apta para soportar una alta cantidad de usuarios en horario de punta. En cambio, la escalera por donde deben hacer combinación los usuarios de la estación La Cisterna, es angosta y mal alumbrada.















Si Metro es una empresa pensada para los santiaguinos, no es posible que existan diferencias tan marcadas como las descritas. Ya es hora de que alguien le ponga el cascabel al gato. Como la guinda de la torta, la señora María nos previene: En la estación Grecia de la línea 4ª, un altavoz previene al público que tenga cuidado al pasar del carro al andén, y viceversa, porque la separación de éste con el carro, puede ser peligroso para la integridad física de los pasajeros. Efectivamente, existe un hueco entre andén y carro, del tamaño del pie de un adulto. Suficiente para que en cualquier minuto, ocurra una desgracia.